Creación de dinero por la banca y la construcción

«Qué pasaría si todos quisiéramos retirar nuestro dinero del banco. Evidentemente se produciría la quiebra instantánea del sistema bancario, pues el banco no tiene nuestro dinero, sólo tiene un 2% (o poco más) del total depositado. El resto está en forma de préstamos e hipotecas que se supone se llegarán a cobrar algún día.»

(Ya pasó en Argentina no hace mucho, lo llamaron «corralito»).

Mi primer pensamiento es ir cuanto antes a los bancos donde tengo cuentas y sacarlo todo. Pero luego pienso un poco mas y me digo: ¿qué dinero voy a sacar, si en las cuentas hay calderilla, y lo que si que tengo son créditos?.

Creo que como yo está mucha gente. Quiero decir que no es del todo cierto ese razonamiento porque nosotros, las personas normales, nos endeudamos tanto o mas que los bancos. Es decir, se le puede dar la vuelta al razonamiento y enunciarlo desde el punto de vista dual:

si los bancos pidiesen de repente todo el dinero que tienen prestado no habría liquidez para cubrirlo

dual de:

si los clientes quisiéramos sacar todo el dinero de nuestras cuentas bancarias de repente, los bancos no tendrían liquidez para cubrirlo

También nosotros, meros ciudadanos con créditos encima, usamos un dinero que no proviene de nuestro salario pasado, sino del futuro. Vamos, que bancos y clientes de banca nos tenemos mutuamente agarrados por donde nos duele, somos diferentes partes del mismo sistema.

Pero si, se mire como se mire, el banco crea liquidez de la diferencia entre los intereses que cobra y los intereses que paga. Y si sirve de consuelo, nosotros, el resto de mortales, obtenemos liquidez también en ese proceso.

Pero hay otros que si que crean dinero de la nada, o casi, de forma grave. Son los constructores. ¿Por qué?, pues porque gran parte del valor de un inmueble es puro valor de cambio, como el del dinero. El precio no corresponde ni al coste de producción ni a otros costes. El «ladrillo» es una moneda, una divisa que va por libre. Y ha sido, por cierto, uno de los destinos finales de esos créditos o préstamos que conceden los bancos.

Ahí es donde (también) se infla el dinero, el comprador paga un bien de cambio que, a diferencia del dinero, no está regulado por ningún banco central ni gobierno. Con ello, la inflación de esa moneda, que llamamos cariñosamente «ladrillo», es inflación libre. Imaginad que un gobierno permitiera crear billetes a cualquiera que pudiera tener las máquinas para hacerlo. ¡Pues eso es exactamente lo que pasa con la construcción!

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