Cronica de un amigo en Africa

Tengo un amigo que me ha escrito sus primeras impresiones nada mas llegar a Africa. Es una persona que se la podría calificar de éxito en España. Emprendedor impetuoso que creó 2 empresas complementarias en un pueblecito de Huesca. Sin embargo hace algún tiempo que notaba como en su vida le falta ba algo.. le sobraban muchas cosas pero sentia un vacio dificil de llenar.. decidió aprovechar una invitación de ir a una misión en Africa, y no sin ciertas dudas y miedos, finalmente se decidió, y ha ido dejando todo aquí en un standby,.. aquí está suprimera crónica que me llena de amor.. y de esperanza… quizás me anime a compañarle algún tiempo..

«Ãfrica es otro mundo»
.Es cierto eso que dicen algunas personas de que África tiene algo diferente, es algo que se respira en el aire; en la luz de este sol tropical que siento tan primitivo…, en el calor que hace, así como en la misma gente tan calurosa en su acogida como lo es su clima.
Actualmente y hasta fin de mes resido en el noviciado salesiano de Gbodjome a 30 Km de Lome la capital del país, y al borde del Atlántico Sur donde se dan cita novicios de todo África: Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Congo… Aquí estoy practicamente en un reducto de occidente -en medio de este país tan especial-, donde tengo comodidades de hombre blanco como agua corriente, electricidad y tres comidas diarias .Durante estos tres días que llevo aquí he visitado varios poblados que quedan al lado del noviciado, alguna vez solo y otras acompanando a los novicios en su labor de pastoral, la experiencia es tan intensa…
Lo primero que llamo mi atención fue que tenían miedo de mi, sobre todo los mas pequeños que me llaman «Yobo» que en lengua Ewe significa blanco.Poco a poco se van acercando y me empiezan a tocar las manos, los pelos del brazo,- el antebrazo les llama especialmente su atención al ser tan blanco y marcarse las venas-, las piernas con sus pelos, los pies…; casi sin darte cuenta tienes mas de diez niños alrededor tocándole; si me descuido y hago un gesto un poco mas brusco de lo normal salen corriendo como si de un monstruo se tratase, ( creo que en su alma guardan el recuerdo del daño que les hizo el hombre blanco hasta bien entrado el siglo pasado).Sin embargo y después de un rato son tan cariñosos conmigo…, imagino que es por que me ven con los novicios que son de color, me abrazan y se ríen, siento que me transmiten tanto cariño…
Viven en casas de barro con el techo de ramas de cocotero, son casas sin ninguna comodidad, pues como he dicho no tienen agua ni luz eléctrica así que a las ocho de la tarde todo el mundo duerme.La casa se compone solo de un cuarto y a lo sumo de dos aunque para ellos lo mas importante es el patio o corral donde suele haber un árbol -normalmente un mango- debajo del cual hacen practicamente toda la vida:comen, se lavan, cocinan, duermen la siesta.
Para el agua, algunos poblados tienen un pozo, otros como Potta -que visite ayer- no tienen, así que tienen que hacer 7 Km andando para traérsela, ves niños de no mas de 7 anos con bidones de 25 l.Hable ayer con el padre Enrique ( como le llaman aquí) sobre esto y hemos quedado en ir ha hablar con el jefe del poblado pues me gustaría hacérselo yo,era una de mis ideas antes de venir a África .
Ellos aqui no pasan hambre pues siempre tienen a mano una pasta de algún tubérculo que desconozco, algo de pescado que suelen ser chicharros que pescan aquí mismo y alguna fruta como mango o coco que crecen a su alrededor
Suele ser gente muy limpia. Ayer estuve en la misa de Agva Babi y realmente resplandecían con sus peinados tan curiosos y elaborados, sus trajes de mil colores, los niños y niñas tan guapos…Es increíble como cantan y bailan en medio de la ceremonia acompanados de timbales y maracas.
Bueno ya no se cuando volveré a escribir pues aquí el acceso a internet es bastante complicado.Creo que al final de la semana voy a la ciudad de Kara, al norte del pais, donde voy a trabajar con los niños de la calle, imagino que alli tendre mas facil acceso.Ya os iré contando.
Un fuerte abrazo.
Alfonso.
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Alfonso Puicercús